Para mí esta fecha siempre es paradójica, o, para ser más
precisa,
lo que me convoca es paradójico.
Recuerdo que, aquel 2 de abril de 1982, cuando todos
amanecimos a nuestra diaria con la noticia de que los milicos habían “colocado
la banderita en las Malvinas”, porque eso se escuchaba decir, en ese momento
sentí primero una enorme frustración, una enorme bronca por los Milicos y la
derecha que otra vez invisibilizaban una Gesta Popular, la movilización y la Resistencia
del Pueblo del 30 de marzo de 1982.
Fue duro ver que tantísimos de los que dos días antes habían
ido a repudiar a Galtieri, ese 2 de abril, iban a vivarlo.
Por aquellas épocas yo trabajaba en una empresa privada, en
el piso en el que estaba éramos entre 60 ó 70 personas, de las cuales sólo dos
no fuimos a esa plaza del 2 de abril.
No debiéramos olvidar jamás que antes de la decisión de la
cúpula militar hubo un 30 de marzo como símbolo de la Resistencia Popular.
Luego de años de valiente resistencia al “proceso” de parte de los Trabajadores
Organizados, esa parecía y fue la definitiva, la que sepultaría a los genocidas
de esos años negros e infernales.
Pensado así, nuestros Chicos de la Guerra no sólo son
víctimas del imperio sino también de la dictadura genocida. Y que esa juventud
que guarda las cruces blancas en el frío Malvinero es una heredera, no asumida
de tal, de aquellos jóvenes sin cruces
de los Setenta, trabajadores, dirigentes graniales, estudiantes....,, y también de los sueños de los que ellos no pudieron ser continuadores.
Por eso opino que no habría que militarizar las conciencias,
ni abusar de los signos militares. Siempre pensé que a toda esa generación del
ochenta habría que reinvestirla de la Historia de las Luchas Populares de la
Argentina, de nla Historia del Peronismo, que fue quien entregó tanta Militancia a lo largo de las décadas, porque a ellos no les llegó este tramo de la Historia, les llegó una
Historia interrumpida, sesgada, enmudecida y luego aletargada por las
democracias posteriores de aquellos que fueron socios implícitos de los Videla,
los eternos nudillos en las puertas de los cuarteles.
Con el dolor y el honor por esos Soldaditos queridos, pibes
tiernos, pintados en sus rostros, interrumpidos. Con todo ese honor y ese dolor, soy
partidaria de no sobre-malvinizar las conciencias de esa generación. Sin renunciar a la recuperación de la Justa Soberanía sobre las Islas, despegar a la generación de los 80 de esta conciencia unívoca, La muchachada de los 80 han sido parte encadenada de las generaciones víctimas del más cruento proceso dictatorial que
los incluyó en el genocidio como víctimas de un segundo tiempo, el tiempo del manotazo militar frente a un poder que se les escapaba. Esta generación que se reconoce en la gesta de Malvinas y no como parte de ese proceso perverso, debira, a mi parecer reinscribirse en todo ese trayecto y reconocerse como las otros damnificados, a quienes vistieron de verde militar y les pusieron a muchos
de los torturadores del proceso como superiores de guerra.
Ese giro perverso y paradójico de esta zona de la historia
es la que me deja sin palabras o diciendo cuestiones políticamente incorrectas.
Creo que esa zona es un punto de inflexión tramposo, una encerrona de la lógica
y de la conciencia que como sociedad nos hará siempre perder de vista, aunque
sea por un ratito, cuál es el verdadero enemigo en la cancha interna de nuestra Política.
No abdicar en el reclamo de lo que nos corresponde sabiendo que enfrente está el imperio pero en los histórico salvar las tergiversaciones perversas.
No abdicar en el reclamo de lo que nos corresponde sabiendo que enfrente está el imperio pero en los histórico salvar las tergiversaciones perversas.