Son momentos poco pacíficos. Néstor parece haberse llevado
consigo las amorosidades, Cristina queda en un enojo diluyente que la encierra
en una tormenta de silencio, sordera y aislamiento crecientes.
Lo amoroso siempre es cohesivo, une, incluye, reconoce al
otro, le da entidad a la existencia de todos los otros que alberga un nosotros.
Un nosotros siempre abarca heterogeneidades, el Conductor
debiera poder albergar esas otredades, alojarlas, oirlas, respetarlas,
integrarlas sin generar ninguna escena de exclusión.
El dolor humano más arcaico y más insoportable es de la
exclusión, que siempre implica desestima. Los lugares de Conducción son lugares
que requieren Sabiduría, Generosidad, Gratitud, mirada hacia los otros todos
dentro del nosotros.
La Conducción de un gran grupo como un País puede parecerse
en cuanto a su entramado emocional al juego vincular dentro de una familia. En
el juego vincular familiar, cuando una madre privilegia con arbitrariedad a
un/os hijo/s respecto a otro/s, o se maneja con un sistema de premios y
castigos administrando amor o desamor según sus momentos emocionales y sus
configuraciones internas se viven zozobras, momentos injustos que albergan
cierta velada violencia. El desconocimiento del otro siempre es una de las
maneras del maltrato.
Alguien que es
desoído, excluido de un proceso al que pertenece y sostiene, y a quien
no se le reconocen afectos y lealtades recientes o pasadas, se enoja.
En la familia, una madre que se maneja antojadizamente y
enfrenta a sus hijos entre sí, siembra hostilidades vinculares entre esos
hermanos. Mala cuestión. Pierden todos. Sufren todos. La rabia no es un
sentimiento agradable, la desestima no es un afecto positivo. Nadie gana, como
en una perinola siniestra, todos ponen, todos pierden.
Por esas grietas, en un País, se ensoberbecen los enemigos
del Pueblo, los facciosos. Los que nos han ganado la Gran Historia
disolviéndonos desde ese nosotros privilegiado.
Yo, con la mayor humildad, la invitaría a Cristina a
repensar este lugar suyo, de Madre, de Conducción. La invitaría a escuchar, a
romper la coraza defensiva, a abrir juego, a dejar de poner la palma frente a la boca de quienes
quieren ser escuchados, y que son los que estuvieron, los que están y estarán
siempre dispuestos a colaborar, porque ese es el Pueblo Trabajador.
Cuando hay amorosidad, hay cohesión, cuando el signo es la
hostilidad hay descalificaciones, desestimas, dolor.
Mi padre, sencillo y muy sabio, decía: “Quien siembra
vientos, cosecha tempestades.”
Lo estamos viendo.