Y seguiremos.

Y seguiremos.
Y seguiremos gritando hasta perforar el viento.

23 junio, 2012

Los Días de Junio. (Carta Abierta a Cristina).

Son momentos poco pacíficos. Néstor parece haberse llevado consigo las amorosidades, Cristina queda en un enojo diluyente que la encierra en una tormenta de silencio, sordera y aislamiento crecientes.
Lo amoroso siempre es cohesivo, une, incluye, reconoce al otro, le da entidad a la existencia de todos los otros que alberga un nosotros.
Un nosotros siempre abarca heterogeneidades, el Conductor debiera poder albergar esas otredades, alojarlas, oirlas, respetarlas, integrarlas sin generar ninguna escena de exclusión.
El dolor humano más arcaico y más insoportable es de la exclusión, que siempre implica desestima. Los lugares de Conducción son lugares que requieren Sabiduría, Generosidad, Gratitud, mirada hacia los otros todos dentro del nosotros.
La Conducción de un gran grupo como un País puede parecerse en cuanto a su entramado emocional al juego vincular dentro de una familia. En el juego vincular familiar, cuando una madre privilegia con arbitrariedad a un/os hijo/s respecto a otro/s, o se maneja con un sistema de premios y castigos administrando amor o desamor según sus momentos emocionales y sus configuraciones internas se viven zozobras, momentos injustos que albergan cierta velada violencia. El desconocimiento del otro siempre es una de las maneras del maltrato.
Alguien que es  desoído, excluido de un proceso al que pertenece y sostiene, y a quien no se le reconocen afectos y lealtades recientes o pasadas, se enoja.
En la familia, una madre que se maneja antojadizamente y enfrenta a sus hijos entre sí, siembra hostilidades vinculares entre esos hermanos. Mala cuestión. Pierden todos. Sufren todos. La rabia no es un sentimiento agradable, la desestima no es un afecto positivo. Nadie gana, como en una perinola siniestra, todos ponen, todos pierden.
Por esas grietas, en un País, se ensoberbecen los enemigos del Pueblo, los facciosos. Los que nos han ganado la Gran Historia disolviéndonos desde ese nosotros privilegiado.

Yo, con la mayor humildad, la invitaría a Cristina a repensar este lugar suyo, de Madre, de Conducción. La invitaría a escuchar, a romper la coraza defensiva, a abrir juego, a dejar de  poner la palma frente a la boca de quienes quieren ser escuchados, y que son los que estuvieron, los que están y estarán siempre dispuestos a colaborar, porque ese es el Pueblo Trabajador.
Cuando hay amorosidad, hay cohesión, cuando el signo es la hostilidad hay descalificaciones, desestimas, dolor.
Mi padre, sencillo y muy sabio, decía: “Quien siembra vientos, cosecha tempestades.”
Lo estamos viendo.